restaurante

Son las 8:15 de la mañana y ahí viene Sofía, como todos los días, con su delicado y alegre andar. Es una de esas personas que irradia amor, una imagen precisa de la “dolce vita”, como ella misma suele decir con su reconocible acento italiano. Dicen que llegó muy chica y si bien se ve que adora este lugar y a los locales, lleva generaciones y generaciones italianas en su esencia. Allá viene acercándose, por supuesto, con su bolsito de tela llena de rosas. “Buongiorno don Alberto”, le dice cándidamente al vendedor de frutas de la plaza, mientras le entrega una rosa con una hermosa sonrisa. Desde hace un tiempo este pequeño rincón de la ciudad dejó de ser un lugar cualquiera, como ven, todos la conocen y todos la esperan a la misma hora para contagiarse de su amor por la vida, aquí, en La Piazza Di Sofia, como todos la llaman desde hace un tiempo. ¡Buongiorno principessa, que lindas rosas traes hoy! ¡La Dolce Vita! Buongiorno principessa